jueves, 3 de abril de 2014

Cómo rehabilitarse de la adicción a la riqueza


Sam Polk dejó Wall Street tras ver que estaba enganchado al dinero. Hoy combate la obesidad entre los pobres | En febrero del 2010 le dieron un bono de 3,6 millones, pero él pidió ocho | Polk cree que los directivos de las corporaciones sólo piensan en ellos
           
.
Wall Street vs. Silicon Valley
            "Trabajé como un maniaco", afirma el ex bróker Sam Polk sobre sus ocho años de experiencia en Wall Street antes de dar el portazo en febrero del 2010. "La adicción a la riqueza afecta a todo Estados Unidos, pero Wall Street es su mayor expresión. La gente que va a allí no se preocupa de qué hace para conseguirlo. De lo único de lo que se preocupa es de ser rico. Crees que si no eres rico no eres nadie, es una cuestión de poder. Por eso eres capaz de trabajar una locura de horas". Así es responde cuando se le comenta la noticia que esta semana publicó 'The New York Times'. Lo impensable: grandes corporaciones como Bank of America, JP Morgan Chase o Goldman Sachs piden a sus jóvenes analistas que se tomen "al menos" tres días libres al mes. En Goldman Sachs les recordaron que "esto es un maratón, no un sprint". Al escepticismo de Sam Polk se han unido otras voces al calificar esta iniciativa como una jugada de cara a la galería, "small potatoes" (patatas pequeñas), según la frase hecha. Sin embargo, el 'Times' señala que en una industria de horarios al límite, este cambio, por pequeño que sea, ya significa algo. En una primera lectura aparece la preocupación por la salud de sus empleados. Pero otros lo observan como un intento de Wall Street por ser más atractivo. Ya no es el único destino para los jóvenes ansiosos de fortuna. Sillicon Valley también ofrece buenos sueldos y una vida más compensada.

A los 30, tan joven y tan viejo, se levantó de su despacho, cogió la chaqueta y pegó un portazo. 

Era su momento. Sam Polk dejó atrás una vida de millonario. Ya no quería ser Gordon Gekko, el prototipo cinematográfico de la codicia financiera.

Eso sucedió en el 2010. Hacía tiempo que Polk había comprendido que estaba enganchado. ¿Al alcohol o a las drogas?

No, a la riqueza.

Ese febrero, en su último ejercicio en Wall Street, le correspondió un bonus o prima de beneficios de 3.6 millones de dólares. Le pareció poco. "Quiero ocho millones". Sus jefes aceptaron si se comprometía a estar una buena temporada en la empresa.

De pronto vio la luz. Cogió los 3,6 millones y se despidió. Así cerró ocho años como bróker bursátil. Su cura de la avaricia la ha relatado en "Por amor al dinero", una larga tribuna publicada en The New York Times.

"En los diarios y en la televisión -explica en conversación telefónica- se reitera que la gente rica y famosa es la que importa. Creí en esto durante mucho. Incluso ahora, cuando he huido y ya no me lo creo, todavía me resulta difícil porque es un mensaje muy enraizado en nuestra cultura. De vez en cuando sufro un ataque de pánico, ¡oh Dios, no estoy ganando dinero, no tengo poder! Me requiere unos días vencer esta debilidad y recordar que todo eso del poder y de acumular dinero es una falsedad".

Hoy, cumplidos los 34, reside en California y promueve una organización sin ánimo de lucro -Groceryships-, para ayudar a los pobres en su lucha contra la obesidad y a otra adicción como es la comida basura.

Regresó a Los Ángeles, el lugar donde creció. Le resulta menos estresante y, sobre todo, le ha permitido poner tierra de por medio con Manhattan, donde está la tentación, donde siempre surge la envidia. Por mucho que ganes, sostiene, siempre hay alguien que gana más y, por tanto, quieres más. Quieres ser ese otro.

"No sabes cuándo parar. Si eres adicto al dinero, nunca tienes suficiente", subraya.

Si existe una organización de alcohólicos anónimos, ¿por qué no una de adictos a la riqueza?, se pregunta. Y se responde: "Entendemos que cualquier otra adicción es perjudicial. A los alcohólicos se les acusa, por ejemplo, de causar tragedias en la carretera. A los drogadictos, de la violencia criminal. Incluso nuevas adicciones, como la de la comida se ve perversa porque comprendemos que la gente muere de obesidad o diabetes. En cambio, estar enganchado al dinero no sólo no se ve como algo malo, sino que lo celebramos. Nuestra sociedad está convencida de que cuanto más dinero, más feliz eres". 

En su volver a empezar le acompañó Kirsten, la que era su novia en esa etapa final. Lo primero que hicieron al mudarse de la Gran Manzana fue emprender un viaje de unos meses. Pasaron por Europa, Londres, París, Barcelona y recalaron en diferentes enclaves de India, país en el que ella había ejercido de médico.

Se casaron en julio del 2012. En tres semanas nacerá su hija. 

Se levanta a las seis de la mañana. Escribe dos o tres horas el libro en el que narra su experiencia en Wall Street y sus visiones de lo que significa triunfar. "El éxito se acostumbra a medir por el dinero que te pagan y tu reconocimiento. Mi definición ahora es totalmente diferente, consiste en el carácter y la integridad".

Sólo tenía 22 años cuando por primera vez pisó el parquet. Le deslumbraron las pantallas, los ordenadores y las torres de teléfonos que le hicieron pensar en la cabina de un caza. Supo a que le gustaría dedicar el resto de su vida. O eso pensó entonces. 

Porque su destino cambió. En la actualidad, además de escribir, dedica buena parte de su tiempo a caminar, a dar conferencias en prisiones o a recorrer las zonas deprimidas del sur de la metrópolis californiana para difundir su organización. Y disfruta yendo a comer con su esposa. 

Ha alcanzado esta meta deshaciendo camino. Llegó a Nueva York para licenciarse en la Universidad de Columbia. Antes de regresar a la costa oeste mutado en otra persona, Sam Polk trazó el arco que va del Credit Suisse First Bank (CSFB), en el que entró becado en el 2002, a las grandes entidades, hasta darle la espalda a las altas finanzas.

"No ataco a Wall Street, aún tengo amigos a los que aprecio", aclara. "Hago una reflexión de la locura que hay allí, que parte de asumir que el dinero es lo más importante y que cuenta con la máxima 'somos los más inteligentes, trabajamos duro y nos merecemos lo que ganamos'".

Su confesión pública surge en un momento en el que aflora en Estados Unidos lo que algunos denominan la nueva izquierda. Forma parte de ese contexto en el que los progresistas reiteran el uso del término "oligarquía" para atacar a los multimillonarios, al popularizado 1%, y señalarlos como unos tipos sin alma que sólo piensan en su fortuna.

De tal calibre resulta la campaña, que los propios aludidos han empezado a lanzar réplicas. No son pocos lo que han salido para ofrecerse como mártires de este "socialismo rampante". Los hay que se han puesto en la piel de los judíos que sufrieron la noche de los cristales rotos en la Alemania nazi, en noviembre de 1938.

Lo que unos apuntan como un intento de "marginalizar a los ricos conservadores política y socialmente" -editorial del The Wall Street Journal-, otros, como el analista Paul Saffo, matizan que son las clases privilegiadas las que de una manera más veloz que nunca se están distanciando del resto de la sociedad. "Existe una tendencia muy preocupante -apostilla Saffo- en la que estos privilegiados se presentan como víctimas cuando la realidad es que nunca se había producido una disparidad entre ricos y pobres tan grande". 

Si en algún punto confluyen unos y otros, ese no es otro que el "toro" del bajo Manhattan. Simboliza el negocio de la bolsa en el que se curtió Polk.

Reconoce que trepó a esa cumbre de milagro. Pese a criarse en una familia de ingresos bajos, es más que consciente de la suerte de ser hombre -en la cultura de Wall Street predomina el macho-, blanco y, por tanto, de haber podido acceder a una educación de calidad. A su padre, al que describe como una versión moderna de Willy Loman, el vendedor alumbrado por Arthur Miller que sueña despierto para capear su frustración, lo señala como la persona que le inculcó la importancia de ser rico. 

Lo que en estos momentos piensa que es una "enfermedad espiritual", le llevó a cometer trampas para lograr la beca. Buen estudiante, pero también bebedor, fumador de marihuana, consumidor de cocaína, Ritalin y éxtasis, sufrió una suspensión en la Columbia por un robo con fuerza. Lo echaron de una compañía de internet por pendenciero. Lo omitió de su expediente para solicitar el aprendizaje en el CSFB. A las tres semanas de empezar, le salió el monstruo que cobijaba. Su novia de esa época le dejó. Destrozado, acudió a una terapeuta y, aunque estuvo meses sobrio, el banco no le ofrecieron un puesto fijo.

Regresó a la Columbia, se graduó y le contrató Bank of America. Su primer bonus subió a 40.000 dólares. Le fichó Citibank, con una oferta de 1,75 a 2 millones anuales, más premios. Se sintió importante a los 25. Alquiló un estudio de 6.000 dólares al mes, iba a restaurantes estrellados como Le Bernardin o Per Se, tenía entradas de segunda fila en los partidos de baloncesto de los Knicks. 

Irrumpió la crisis del 2008, que para él no fue más que una fuente de enriquecimiento. Sin embargo, en una reunión con sus directivos, en la que repasaban la regulación de la Casa Blanca sobre bonos, a Sam Polk se le ocurrió defender la legislación. Le despellejaron. Ese instante marcó la fase definitiva en su batalla interna. "Los directores generales de las grandes corporaciones sólo buscan sacar grande rendimientos -afirma-, mientras recortan los salarios de los empleados. No ven más allá de su propia adicción. En lugar de preocuparse por sus trabajadores, sólo les importa ganar dinero para su propia satisfacción. Esos directores generales no deben ser admirados, han de ser compadecidos".

A ellos les culpa del agujero de la desigualdad cada vez mayor y promover el conflicto. recuerda a Don Thompson, máximo jefe de la cadena McDonald's. En el 2012 ingresó 14 millones, ocho como prima de beneficios. Sus trabajadores siguen saliendo a manifestarse por un sueldo que les permita sobrevivir. La batalla por el salario mínimo es una fijación del presidente Obama. En su ausencia, el vicepresidente Biden hizo ayer la alocución semanal. "No hay razón para que un americano que trabaja 40 horas a la semana viva en la pobreza", proclamó Biden.

Sam Polk mira los partidos de baloncesto por televisión, en su casa, y no por eso se siente un desgraciado. Al contrario: "Soy más feliz". Tiene una máxima: "No puedo cambiar Wall Street, pero me puedo cambiar a mí".

Sus ahorros le permiten afrontar sus nuevos retos. Pero no descarta que en algún punto haya de volver al tajo. "No temo quedarme sin dinero. Aunque todo el mundo siente lo mismo, la lista del miedo la lideran los de Wall Street. Temen no ganar tanto como ambicionan".
Fuente:La Vanguardia.


El "mapa" de las conexiones del cerebro humano





         Científicos de EE.UU. elaboran "un mapa" que muestra la disposición de los genes y las conexiones neuronales
  
                    Científicos del estadounidense Allen Institute for Brain Science han elaborado "un mapa" que muestra la disposición de los genes y las conexiones neuronales en el cerebro humano, lo que facilitará su estudio y el de trastornos como el autismo, publica hoy la revista Nature.
El equipo dirigido por Ed Lein ha compuesto su mapa digital del cerebro a mitad del periodo de gestación mediante la transcripción de datos obtenidos del proyecto BrainSpan Atlas of the Developing Human Brain (atlas cerebral completo del cerebro humano en desarrollo), auspiciado por el Gobierno de Estados Unidos.
Este mapa, se apunta en la revista, ofrece "un recurso para estudiar el desarrollo del cerebro humano y los circuitos neuronales que fundamentan los procesos cognitivos y de comportamiento tanto en la salud como en la enfermedad".
La estructura y funcionamiento del cerebro humano se determina en buena medida por "procesos de transcripción prenatales que inician la expresión de los genes", afirman los expertos, pero sin embargo hasta ahora la ciencia tiene poco conocimiento de ese cerebro en desarrollo.
Esta laguna se llena en parte "con la detallada transcripción del atlas del cerebro humano a mitad de gestación" presentada por Lein, indica la revista.
Los científicos han encontrado "expresiones en la transcripción que están relacionadas con diferentes rasgos anatómicos y procesos de desarrollo", se señala en "Nature".
Además, estos datos también identifican "ubicaciones de expresiones dinámicas de varios genes asociados con trastornos psiquiátricos o neurológicos", como el autismo, lo que puede ayudar en su estudio.
Otra iniciativa del Allen Institute también divulgada hoy en "Nature" ofrece a la comunidad científica y al público en general el primer "mapa" exhaustivo y completo de las conexiones neuronales del cerebro de un mamífero, en este caso un ratón.
Este mapa ha sido elaborado por el equipo de Hongkui Zeng en el marco del proyecto Allen Mouse Brain Connectivity Atlas, que se ha completado este marzo, como estaba previsto.
Esta transcripción del principal órgano de este vertebrado "ofrece nueva información sobre cómo se comunican las diferentes regiones del cerebro", indican los científicos, lo que puede servir también para el estudio del cerebro humano.
Fuentes:La Vanguardia